El tener 17 años no es felicidad completa, estoy apunto de cumplir mis 18, y estoy aquí sentada perdiendo el tiempo escribiendo lo que pienso, pronto seré una adulta legalmente, mi futuro me espera, y la presión aumenta, las responsabilidades me alcanzan y la madurez ya no aguanta. Hoy presenté mi examen de ingreso al IPN, me doy cuenta que seré universitaria en casi dos meses, la presión me ahorca, y si no entro, y si no junto el puntaje requerido, y si soy la vergüenza de mis padres, "la hija del profesor, no se quedó", decepción ante todo, la presión me ahoga, la hija en quien cae el orgullo de la familia, la hija que será el producto de la buena educación se sus padres. A veces siento que no lleno ese papel, es demasiado grande el título que no creo merecerlo, pero si no yo, ¿quién? De tal forma que estoy todo el tiempo bajo presión.
Ahora entiendo por qué no me concentro en la escuela o en water polo, no me salen las jugadas, porque debo ser perfecta y siempre centrada. Ya no puedo más, debo aguantar, no sólo sobrevivir, sino sobresalir. Seré la niña que llene los zapatos, y no sólo eso, sino también lo haga con orgullo, clase y sea un ejemplo a seguir
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